viernes, 3 de febrero de 2012

HACIA UNA EMPRESA SIN CORRUPCIÓN

La palabra corrupto suena a exabrupto, una práctica extrema con la que ninguna empresa se identifica. Sin embargo, la corrupción está mucho más cerca de lo que pensamos.

La corrupción empresarial es una deslealtad en la toma de decisiones de un empleado o un directivo de una empresa cuando los intereses particulares se anteponen a los intereses de la compañía.

La palabra corrupto suena a exabrupto, una práctica extrema con la que ninguna empresa se identifica. Sin embargo, la corrupción está mucho más cerca de lo que pensamos.

La corrupción empresarial es una deslealtad en la toma de decisiones de un empleado o un directivo de una empresa cuando los intereses particulares se anteponen a los intereses de la compañía.

Se trata de un grave problema para cualquier empresa porque, más allá de sus implicaciones morales y éticas, pone en peligro la estabilidad y el desarrollo futuro de la propia empresa, y compromete el equilibrio de la economía mundial.

Pero ¿pueden hacer algo las empresas contra la corrupción? El documento “La lucha contra la corrupción: una perspectiva empresarial” de la Cátedra ‘la Caixa’ de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo apunta que el sector privado forma parte del problema y, por tanto, tiene también la obligación moral de compartir responsabilidades y unir esfuerzos para combatir la corrupción.

Consejos para luchar contra la corrupción

En opinión de Antonio Argandoña y Ricardo Morel, la empresa necesita establecer una cultura corporativa ética e implementar una sólida estrategia anticorrupción.

En este sentido, la organización de la sociedad civil más importante en la lucha contra la corrupción a escala mundial, Transparencia Internacional, establece los siguientes principios básicos para las empresas:

· Conducir la actividad comercial de forma justa, honesta y transparente

· No pagar ni ofrecer sobornos, ya sea directa o indirectamente, para conseguir ventajas comerciales

· No aceptar sobornos, ni directa ni indirectamente, para conceder ventajas comerciales

· Desarrollar un programa para implementar y respaldar estos principios

Existen otras iniciativas que también han sentado bases para la lucha contra la corrupción. Por ejemplo, el Pacto Mundial de Naciones Unidas cuyo objetivo es comprometer voluntariamente a las empresas a ser socialmente responsables en materia de derechos humanos, laborales y medioambientales, así como a luchar contra la corrupción.

Por su parte, la institución independiente Iniciativa de Reporte Global (GRI, en sus siglas en inglés), propone una serie de directrices e indicadores para la elaboración de memorias de sostenibilidad para que las empresas puedan evaluar su desempeño económico, ambiental y social.

Por último, el Foro Internacional de Líderes Empresariales (IBLF, en sus siglas en inglés), organización internacional sin fines de lucro, señala que, a la hora de definir la estrategia anticorrupción, se deben contemplar tres tipos de acción: interna, externa y colectiva.

En primer lugar, la acción interna, que consiste en introducir políticas y programas anticorrupción en el seno de la propia empresa y de las operaciones de negocios, así como en evaluar los riesgos que puede conllevar la corrupción. Entre las actuaciones en el ámbito interno destacan:

Adoptar un código ético de empresa. Una vez manifestado su compromiso de respetar la legalidad, es importante que cada empresa adopte sus propios principios empresariales y códigos éticos, de acuerdo con los valores de la organización y una serie de criterios para prevenir actos ilícitos, criterios establecidos con anterioridad y debidamente difundidos entre el personal.

Definición de responsabilidades. El personal, y muy especialmente los altos directivos, deben conocer bien sus obligaciones en la gestión y aplicación de la estrategia anticorrupción. A este tenor, es importante para la empresa que todos sus empleados cuenten con la formación ética necesaria.

Considerar las situaciones específicas. Existen determinadas situaciones sobre las que conviene ser particularmente escrupuloso, tales como las donaciones a instituciones caritativas, culturales, benéficas, etc., la financiación de campañas políticas, o los “pagos de facilitación” para agilizar un proceso u operación.

Transparencia. Todas las operaciones de la empresa que supongan cobros y pagos deben recogerse puntualmente en la contabilidad o en los registros previstos.

Supervisión y control. Para combatir la corrupción, es preciso implementar mecanismos internos de informes y monitoreo. El éxito de estas prácticas depende en gran medida de establecer procedimientos de vigilancia, control y seguimiento de situaciones de corrupción dentro de la empresa.

Medidas disciplinarias y acciones de respuesta. La corrupción no debe quedar sin sanción. Fortaleciendo su estrategia anticorrupción, la empresa tiene ante sí la oportunidad de convertir un problema grave –la corrupción- en una oportunidad y una ventaja competitiva.

Asimismo, debe quedar meridianamente claro el criterio en el que se basará la empresa para devolver pagos ilícitos y resarcir a los perjudicados por actuaciones corruptas.

En lo referente a la acción externa, se propone cuatro principios destinados a combatir la corrupción:

Ser responsable y transparente. Con objeto de minimizar los riesgos de incurrir en corruptelas, resulta fundamental que la empresa sea responsable y transparente en todas las transacciones y operaciones.

Comunicar los criterios. Los criterios anticorrupción no sólo deben ser conocidos dentro de la empresa, sino que es imprescindible que sean divulgados también entre los socios, clientes, proveedores, etc.

Mecanismos de denuncia. Las prácticas corruptas también pueden ser denunciadas a instituciones externas que regulan el sector, e incluso a las autoridades gubernativas y judiciales.

Supervisión y control. Como en la acción interna, el éxito de la acción externa pasa también por establecer procedimientos de vigilancia, control y seguimiento de situaciones de corrupción dentro de la empresa.

Por último, en cuanto a la acción colectiva se señalan dos actuaciones:

Tomar medidas empresariales colectivas. La voluntad de una empresa de erradicar la corrupción puede no ser suficiente, porque la empresa se encuentre en un contexto mucho más amplio donde abunden las corruptelas. En tal caso, la acción colectiva con otras empresas es la mejor solución.

Buscar la excelencia. Las empresas comprometidas en la lucha contra la corrupción deben ser perseverantes en su actitud de actuar siempre con arreglo a las normas legales y morales.

A tal efecto, puede resultar muy beneficiosa la colaboración entre empresas, así como la cooperación de éstas con gobiernos, asociaciones empresariales, organizaciones de la sociedad civil, etc.

En definitiva, los beneficios de institucionalizar una política anticorrupción son evidentes: facilita la creación de un clima de mayor confianza dentro de la organización, consolida la lealtad de los grupos de interés y dota a la compañía de una sólida reputación de empresa socialmente responsable, lo que sin duda se traduce en mejores resultados económicos, sociales, humanos y éticos.

jueves, 2 de febrero de 2012

EL PODER DE LA GERENCIA ETICA

El ejercicio de la ética es probablemente uno de los asuntos más urgentes que atender para mejorar la calidad de la práctica profesional hoy en día. En un momento en que nuestras organizaciones empresariales y organísmos públicos están inmersos en la búsqueda de alternativas y consensos para lograr competitividad, consolidación económica y credibilidad social,  son importantes los esfuerzos que contribuyan a la creación de una conciencia colectiva en torno al valor de la integridad como forma legítima de lograr resultados efectivos en cualquier aspecto de la vida.
 
Con este trabajo pretendemos aportar algunas consideraciones e ideas respecto a cómo encarar los dilemas éticos a los que se enfrenta un gerente en su ejercicio cotidiano, sea en la empresa privada como en la gestión pública. Trataremos del poder real que posee la creación de un ambiente ético en el logro de los resultados organizacionales, y describiremos los principios en los que se fundamenta el éxito de las personas y organizaciones con altos valores éticos.
 
Estamos concientes del riesgo que supone abordar el tema de la práctica gerencial ética.  Dondequiera que miramos hoy encontramos signos de un deterioro ético acrecentado, tanto en la conducta  profesional individual, como en la  práctica familiar, comunitaria, institucional y hasta nacional. Pero creemos firmemente que de todos modos tratar el tema no es un desperdicio intelectual. Es más, estamos seguros de que estas reflexiones son lo más importante y urgente que podemos aportar en estos momentos a la sociedad, no solo para la edificación de los demás, sino sobre todo para fortalecer nuestras propias convicciones sobre el particular.

Un paradigma distorsionado sobre el éxito

En el mundo de los negocios es común escuchar sobre “empresarios”  caidos en desgracia porque han hecho “inversiones temerarias” que los han dejado sin liquidez para responder a las expectativas de sus clientes y socios comerciales. En la administración pública, con frecuencia se hacen denuncias y sometimientos a funcionarios involucrados en desfalcos y malversacion de fondos contra las instituciones bajo su administración. Hasta en la educación se han presentado escándalos por la falsificación de títulos y la comercialización ilícita de los servicios  y materiales de enseñanza. En todos los casos una creencia común parece motivar a las personas actuar de esa manera. Se trata de un paradigma que se ha hecho cada vez más popular y que al parecer se ha ido constituyendo en único medio  posible para  lograr el éxito: hay que engañar para triunfar.
 
“Engañar para triunfar” está basado en la creencia de  que tener éxito significa  tenerlo todo en poco tiempo, acumulando fama, riqueza, prestigio, bienes, y hasta reputación sin invertir el tiempo y esfuerzo legítimos y necesarios para alcanzar dichos propósitos. Equivale a una carrera desenfrenada para “lograr lo que uno quiere a toda costa”. Pero en la práctica, esta  resulta una forma inefectiva de pensar y actuar. Revela una deficiencia de carácter y una baja autoestima. Deficiencia de carácter porque quien engaña para querer triunfar no es capaz de dominar sus impulsos y deseos, y mucho menos actuar basado en principios y valores. Asimismo revela una baja autoestima debido a que la persona que se siente bien sobre sí misma y tiene confianza en su poder personal para lograr las cosas que merece, hace un esfuerzo  consciente para superar las presiones internas y externas que lo invitan a hacer lo que siente que es incorrecto. Tiene el carácter para esperar su tiempo, para hacer lo correcto y oportunamente obtener sus beneficios.
  
Por otro lado, las personas que se aventuran a engañar para triunfar en realidad son perdedoras. No son capaces de hacer lo que es propio por temor a perder la oportunidad de alcanzar algo que para ellos parece expedito, lucrativo y popular. Se enfocan solo en el costo de oportunidad, y no en el valor a largo plazo de las acciones y decisiones en su vida.
 
Lo dañino del incremento y popularización de una conducta intemperante y anti ética es que promueve un falso modelo de éxito, con la consecuencia de que va degenerando las bases nuestra cultura corporativa y/o social. Este fenómeno, precisamente , es lo que ha marcado la decadencia y desaparición de las más famosas sociedades e imperios de la história. Por eso creemos que el riesgo y consecuencias de este popular paradigma pueden y deben enfrentarse con  el establecimiento y promoción  de un sólido código de moralidad y conducta ética en las organizaciones, junto con la educación contínua dirigida y modelada de manera coherente desde las instancias de liderazgo de la sociedad toda. Solo con un esfuerzo oportuno y consistente en este sentido se puede lograr un verdadero desarrollo económico, social y cultural.
 
No hay manera corrrecta de hacer algo incorrecto
 
En su libro “El Principio del Poder”, el educador y conferencista Blaine Lee afirma que  “los principios por los que uno vive crean el mundo en que uno vive, y que cuando cambiamos estos principios tambien cambiamos el mundo en que vivimos”. Simpatizamos plenamente con esa afirmación. Pudieramos no querer actuar basado en normas y reglas que delimiten nuestras acciones en la sociedad u organización, pero si queremos obtener resultados duraderos estamos obligados a regirnos por dichos parámetros. Es que “una vida sin principios es como un toro en una tienda de cristal”, como ha dicho Peter Block._
 
 La mejor manera de lograr efectividad profesional, gerencial, paternal, en fin, como líder, es basando nuestras acciones en principios. No hay otra manera de ser efectivos. Y es que “no hay manera correcta para hacer lo incorrecto”, como asegura el experto  Ken Blanchard._
 
Una buena noticia es que en el mundo empresarial ya hay corporaciones que están conscientes de la necidad “coducirse por principios” y no por las meras ganancias o las dichosas “oportunidades de mercado”._
 
Un ejemplo de compromiso corporativo con lo correcto podemos verlo la difusión de documentos organizacionales que describen Practicas Eticas Corporativas, Principios para las Operaciones Globales, Normas de Negocios, Código de Conducta para los Empleados, y asi por el estilo. En todos estos manifiestos se recalca el valor del desempeño ético como esencia del compromiso de las empresas. Envian un fuerte mensaje a ejecutivos, gerentes y empleados sobre la manera correcta de triunfar en las organizaciones. Constituyen un espejo en el que se reflejan los principios que norman las prácticas cotidianas en la organización.
 
En un folleto en que se describen las Normas Comerciales para las Operaciones Globales de la Corporación Sara Lee, pueden leerse las siguentes palabras de introducción, firmadas por  John Bryan, su Presidente y Director Ejecutivo (CEO):_
 
“Nuestra Corporación es un líder comercial a nivel mundial. Todos juntos nos enorgullecemos de la reputación que nuestras marcas y nuestras compañías han logrado entre nuestros consumidores, nuestros socios comerciales y las comunidades en las que vivimos y desarrollamos nuestras actividades alrededor del mundo. Nos sentimos igualmente orgullosos de poder producir magníficos resultados para los accionistas que han depositado su confianza en nosotros”.
 
“Nuestra reputación depende de que cada uno de nosotros trabaje de tal forma que podamos cumplir nuestras promesas y llevar a cabo nuestras responsabilidades. Los accionistan confian en nuestras decisisones. Los consumidores cuentan con que nosotros respaldaremos los productos que vendemos. Nuestros socios comerciales toman decisiones basadas en la confianza que nos tienen. Las comunidades donde desarrollamos nuestras actividades comerciales esperan que nos comportemos como ciudadanos responsables. Y los empleados cuentan con ser tratados con la honestidad, el respeto, la equidad que todos mercemos”.
 
“Las responsabilidades y normas que señalamos aquí no son una novedad. Nuestra Corporación se ha guiado por un Código de conducta durante muchos años y nuestras empresas se enorgullecían de sus prácticas plena de ética mucho antes de que tuviésemos ese código. Estas Normas Comerciales Mundiales son un resumen y un recordatorio de nuestros principios y responsabilidades esenciales, que hemos desarrollado luego de escuchar a miles de empleados en todo el mundo quienes nos han descrito la ética y los valores que son importantes para ellos al desempeñarse comercialmente en nombre de la corporación”.
 
“Nuestras responsabilidades pueden resumirse en cuatro palabras: HACER SIEMPRE LO CORRECTO. Esto no significa que haremos lo correcto sólo si nos conviene o que haremos lo correcto a menos que esa actitud nos impida lograr objetivos financieros. TRIUNFAR MEDIANTE LA INTEGRIDAD significa hacer planes y hacer lo correcto”.
 
 Entonces no hay lugar a dudas, el mensaje  para los grupos interesados en esa organización está claro: no hay manera correcta para hacer algo incorrecto. Dicho de otra manera, la única manera de triunfar para ellos es mediante la integridad.
 

LA ETICA GERENCIAL ESTA BASADA EN PRINCIPIOS, NO EN VALORES SOCIALES

Mahatma Gandhi, quien puso de rodillas al Imperio Británico con el peso de sus ideas y no con el peso de su espada, decía que hay siete cosas que nos pueden destruir, a saber, Riqueza  sin trabajo, Placer sin Conciencia, Conocimiento sin Carácter, Comercio sin Moralidad, Negocios sin Ética, Ciencia sin Humanidad, Religión sin Sacrificio, Política sin Principios. Como podrá notar el lector, todas estas cosas están relacionadas con valores sociales actuamente aceptados como “normales”. Pero hay que aclarar que por ser valores sociales en ningun modo quiere decir que están basados en principios. Un principio es una ley natural, universal, autoevidente y siempre efectiva (Covey,1995). En contraste, un valor social es aquella práctica o creencia a la que un grupo dominante de la sociedad le atribuye importanci o preminencia, haciendolo un modelo para la mayoría. Como la ética está basada en principios y no en valores sociales, el antídoto para estos “Pecados Capitales” es hacer evidente el compromiso con actitudes basadas en principios y leyes naturales, y no en valores sociales.
 
El Dr. Stephen R. Covey, autor de libros como Los Siete Habitos de las Personas Altamente Efectivas y Liderazgo Centrado en Principios, ha trabajado sobre los “pecados capitales” mencionados por Gandhi, desarrollando algunas reflexiones de las cuales citaremos algunos ejemplo para recalcar la naturaleza nociva de los valores sociales (y comerciales) que han estado cobrando popularidad  progresiva, especialmente en el mundo empresarial, y a la vez promover el fin de este artículo: No es necesario engañar para triunfar. Me refiero a los “pecados” de Riqueza  sin trabajo,  Comercio sin Moralidad, y Negocios sin Ética.

Según el Dr. Covey, Riqueza  sin trabajo se refiere a la “práctica de lograr algo a cambio de nada. Eludir trabajar para producir un valor agregado, hacer dinero sin pagar impuestos, beneficiarse de programas gubernamentales sin asumir una justa porción de las cargas financieras, disfrutar de los privilegios de ser ciudadano de un país o parte de una empresa sin asumir ninguno de sus riesgos o responsabilidades”.
Covey continua diciendo que “solo se cosecha lo que se siembra y se cuida durante su crecimiento”, y aplica este conocimiento afirmando que la justicia y el juicio son inevitablemente inseparables. Asi que en la medida en que el ejecutivo se aleja de los principios y leyes naturales, su capacidad de juicio es afectada en forma adversa.
Muchas organizaciones con problemas han seguido un patrón en el cual sus ejecutivos se han alejado de estos principios naturales y caído en la fácil tentación de oírse  a sí mismos, a construir de más, pedir prestado de más, y especular de más; alejándose de los principios conservadores de sus fundadores quienes se mantuvieron apegados a lo fundamental, manteniendo sus empresas pequeñas, flexibles, manejables,  y libres de deudas.
 
Por otro lado, Comercio sin Moralidad, Negocios sin Ética  se refiere a olvidar o ignorar lo esencial de los fundamentos morales del sistema comercial y empresarial. De hecho, en su libro Sentimientos Morales, que precedió a La Riqueza de las Naciones, Adam Smith explicaba cuan esenciales son dichos fundamentos morales. Fundamentos como el espíritu de benevolencia, servicio y contribución. Si se ignoran estos fundamentos y se deja que los sistemas económicos operen sin ellos, pronto emergen sociedades y negocios amorales, y hasta inmorales. ¿Acaso no es esto lo que nos estamos acostumbrando a ver en la cotidianidad actual?
 
Sobre este “pecado” anti-ético, Stephen Covey afirma que cada transacción comercial y/o decisión gerencial es un reto moral que debe buscar la equidad entre las partes involucradas. Covey asegura: “Cuando Ud. oiga que “la mayoría” de las transacciones comerciales son morales, ello significa que algo está sucediendo en el fondo que queda escondido, disfrazado, secreto. Para justificar dichas actitudes, la gente usa racionalizaciones y mentiras para convencerse de que no es necesario ajustarse a leyes naturales”.  Entonces la conciencia es cauterizada por el racionalismo complaciente y se pierde todo sentido de moralidad y ética. El falso razonamiento de que “todo el mundo lo hace” llega a gobernar la conducta colectiva.

No hay almohada más cómoda que una conciencia tranquila.

 
Cualquier gerente que se enfrente decisiones éticas necesita primero examinar la situación desde diferentes puntos de vista, para estar conciente de sus opciones y de los motivos que originan sus intenciones. Necesita realizar lo que se ha llamado  “Verificación Etica”, un auto-examen que consiste en tres preguntas que ayudan al gerente a aclarar las zonas grises de situaciones eticamente confusas(Blanchard, 1988).   Estas tres preguntas son:
 
·        ¿Es Legal? ¿Estaría violando alguna ley civil, comercial? ¿Va en contra de alguna política de la empresa?
·        ¿Es equilibrada?  ¿Es conveniente para todos los implicados no solo a corto plazo sino también a largo plazo? ¿Promueve relaciones ganar-ganar?
·        ¿Como me haría sentir acerca de mí mismo?  ¿Me haría sentir orgulloso? ¿Me sentiría bien si mi decisión u acción se publicara en el periódico? ¿Me sentiría bien si mi familia se entera?
 
A nuestro juicio, el entrenamiento constante en el uso de estas preguntas guiadoras desarrolla en las personas un sentido de responsabilidad consciente que conduce con el tiempo a patrones de conducta correcta, en hábitos de  efectividad. “Y una vez se ha formado el hábito, la toma de decisiones es más fácil” (Covey, 1996).
 
Pero, ¿Como puede un gerente asegurar resultados aceptables de negocios, y a la vez demostrar compromiso con  las prácticas éticas? A simple vista esta pregunta parece estar relacionada solo con la intensión de tomar las decisiones eticamente correctas. Sin embargo, el aspecto más dificil de la conducta ética no es solo decidir lo que es correcto, sino hacer lo que es propio.
 
Una persona de principios tiene que estar preparado para actuar de manera que sea consistente con sus  propios valores personales, y a la vez en consistencia con los valores de la organización que representa. Por eso es vital que el gerente no solo dedique tiempo a defnir los valores que determinarán el límite para sus decisiones, sino que necesita ejercitarse en la práctica de cinco principios que lo capacitarán para hacer frente a los desafíos de un entorno  racional anti-ético .
 
Los 5 Principios de la conducta gerencial Etica.
 
Propósito.  Es verse a sí mismo como una persona confiable e Integra. Permitir que su sentido de conciencia sea su guia. No  importa lo que pase, siempre es capaz de verse al espejo y sentirse bien respecto de sí mismo.
Orgullo. En el buen sentido de la palabra, sentirse bien respecto de sí mismo. No necesitar la aceptación de otros  para sentir que está haciendo lo correcto. Desarrollar una adecuada auto-estima y no dejar que la opinión  popular influya en su carácter.
Paciencia.  Creer que las cosas irán eventualmente bien. No esperar que las cosas sucedan ahora mismo. Ir  a su propio paso, no al de los demás.
 
Persistencia.  Mantener su propósito, el fin en mente, sin importar la conveniencia circunstancial. Elcomportamiento es consistente con las intensiones. No someterse, pero tampoco rendirse.
 
Perspectiva.  Reflexionar sobre los valores y  principios personales y organizacionales. Mantener el enfoque y escuchar la brújula interna para ver el futuro de manera más clara.
  
Etica Gerencial: Un enfoque Práctico
 
A modo de reflexion final, quisiera exponer algunas  posibles alternativas para el gerente que esté dispuesto mantener integridad en medio de la duplicidad de carácter que retrata este tiempo. Se trata de un enfoque pragmático para la ética en los negocios, cuyo precursor es el Dr. Alex Michalos, editor la revista norteamericana Journal of Business Ethics.
 
Michalos Plantea que la conducta moral descansa sobre la adopción de un punto de vista moral. Es decir, cultivar los principios éticos como creencias personales que dicten las decisiones resulta en comportamientos éticos consistentes con dichas creencias. Michalos sugiere centrar el enfoque en dos principios para el ejercicio gerencial:  El Principio de Beneficencia—tomar acciones para mejorar la calidad de vida, y el Principio de No Daño—evitar los problemas. 
 
De manera que la gerencia ética tiene como motivación el bien común y la consecuente resistencia a provocar problemas. Las consecuencias dictan las decisiones y acciones. Este es un enfoque pragmático que debe cultivar todo gerente comprometido con la conducta ética.
 
Reflexiones Finales.
 
Tanto la familia, como las instituciones y organizaciones sociales viven en un reto permanente por sobrevivir.   En las postrimerías de un milenio, todavía tenemos que discutir cuestiones esencialmente básicas para la convivencia social humana. La necesidad de un ejercicio ético se debate en los foros profesionales, empresariales y políticos. Muchos argumentos se levantan para justificar actitudes y comportamientos que dejan mucho que desear en los campos privado y público. 
 
De todos modos la responsabilidad por el rescate de los valores y principios legítimos que pueden dar continuidad y prosperidad a nuestra civilización sigue siendo de cada individuo.  Por eso no apelamos ya a la institucionalización de códigos de conducta moral desde los estamentos de poder, ni desde  las oficinas ejecutivas de las grandes corporaciones. La ética debe ser parte de la educación del individuo dede su infacia, reforzada especialmente por la educación familiar y formal.
 
El desarrollo no se puede simular. Hay leyes que lo  determinan. Una de esas leyes es la llamada “ley de la cosecha”. Sea que resulte claro o no, usted cosecha lo que siembra.  Por eso hay que reconocer que si queremos una gerencia más ítegra, éticamente efectiva hay que comenzar desde ahora a educar en los principios éticos a las próximas generaciones de gerentes.